Pinche juego todo estúpido, juguemoslo otra vez. Historia principal y DLC completos,el estándar de lo que debería ser un remake, toman uno de los mejores juegos de la historia, y le dan un verdadero lavado de cara, que no sólo lo moderniza, lo hace un mejor juego. Toma la base de un excelente juego con una riquisima base de puzzles,enemigos,jefes y gameplay en general variado,y lo lleva un paso más alla,la acción es mejor y más frenética, la atmósfera es más terrorífica e inquietante (mis aplausosbpara el diseño de sonido),el gameplay es más dinámico e implementa nuevas mecánicas que enriquecen la experiencia, sencillamente todo se siente mejor que en el original (excepto la parte de lo vagones en la mina), incluso la historia, que si bien sigue siendo ridícula en clave "resident evil", es más coherente y consecuente con el universo en el que se desarrolla, los personajes se sienten más vivos, tienen un pasado con el cual lidiar,motivaciones y un desarrollo con el transcurso de la trama. No puedo hacer más que rendirme ante el que considero uno de los mejores juegos de la historia, simplemente 10/10 (absolute cinema).
Space Marine 2 no es un shooter. Es una manifestación divina del exceso, un monumento de testosterona pixelada y glorioso metal imperial. Cuando lo inicias, no ves un menú: ves una declaración de guerra al aburrimiento, a los tiránidos y a la idea misma de sutileza. Cada paso que das suena como si mil soles rugieran de aprobación. Cada disparo es una plegaria en calibre .75. Cada golpe de tu Chainsword convierte la materia orgánica enemiga en una lluvia artística de carne y gloria. No hay “sigilo”. No hay “plan táctico”. Hay tú, tu fe y un océano de bichos que gritan en estéreo antes de ser purificados a ritmo de Heavy Bolter. El protagonista no tiene nombre: tiene presencia. Es tan ridículamente poderoso que podría usar un tanque como casco y seguiría pareciendo elegante. Su respiración tiene la densidad moral de un sermón. Cuando corre, los continentes tiemblan. Cuando cae, los herejes hacen cola para morir primero. Visualmente, el juego parece renderizado en pura energía del Trono Dorado. Cada armadura brilla como si estuviera pulida con las lágrimas de los caídos. Cada batalla es una pintura renacentista con 300 litros de sangre y cero misericordia. La música no acompaña: invoca. Space Marine 2 no se juega, se sobrevive. Es una misa en fuego cruzado, un poema escrito con metralla, una sinfonía de destrucción que deja a tus neuronas marchando en formación. En resumen: este juego no es una secuela. Es un exorcismo del alma. Y si no sientes el impulso de gritar “¡POR EL EMPERADOR!” después de cinco minutos, revisa tu pulso.